¿Cómo está la educación en la
Argentina? ¿Cuáles son las características del sistema educativo en la
actualidad? ¿En qué difiere de los `90? ¿Se ha avanzado o se ha retrocedido? Intentar
responder estas interrogantes es el objetivo de este artículo. Y para poder
hacer un análisis correcto sobre el estado actual de la educación en nuestro
país, es necesario, antes que nada, situarse desde una perspectiva histórica.
Hace poco más de veinte años atrás, en 1992, se produjo la fragmentación
y atomización del Sistema Nacional de Educación, con la transferencia de los
servicios educativos de la Nación a las provincias pero sin los recursos
financieros necesarios para costearlos. Un año más tarde y en pleno auge del
modelo neoliberal en nuestro país y en la región, la sanción de la Ley Federal
de Educación implicó un deterioro enorme desde el punto de vista pedagógico,
salarial, laboral y financiero. La creación de la EGB y el Polimodal provocó la
desjerarquización educativa y la “primarización de la enseñanza secundaria”.
Asimismo, la virtual eliminación de la Educación Técnica significó un enorme
retroceso para el desarrollo del país. Las consecuencias más graves que dejó
este modelo neoliberal de la educación fue la disminución de la calidad
educativa en general, la valorización de la enseñanza privada por sobre la
estatal y un acelerado proceso de exclusión de miles de niños y jóvenes del
sistema educativo.
A partir de 2003 el Estado Nacional
propone un cambio de paradigma en varias esferas de la vida política y social,
incluyendo a la educación entre sus principales preocupaciones. Comienza así,
un esfuerzo para intentar mejorar la educación pública y articularla con el
sistema científico-tecnológico. La inversión en educación se entiende ahora,
como la herramienta fundamental para desarrollar las capacidades productivas
del país y para alejarnos definitivamente de la pobreza y de la exclusión
social. Para ello fue fundamental la Ley de Financiamiento Educativo de finales
de 2005, que estableció, entre otras disposiciones, incrementos paulatinos en
los fondos destinados a la educación, hasta alcanzar en el año 2010 el 6% del
producto bruto interno (PBI), cifra que en la actualidad es inclusive superada.
A esto se le sumó la nueva Ley Nacional de Educación (LEN) de 2006, que reformuló
por completo el sistema educativo volviendo a la estructura de los dos niveles
básicos de enseñanza primaria y secundaria. En el espíritu de la nueva ley se
establecen como objetivos primordiales la universalización del nivel inicial y
la obligatoriedad de la primaria y la secundaria. La LEN contempla, además,
otras modalidades de educación que deben ser garantizadas por el Estado: Educación
a Distancia, Artística, de Jóvenes y Adultos, Educación Domiciliaria y
Hospitalaria, Educación en Contextos de Encierro, Educación Especial, Educación
Intercultural Bilingüe y Educación Rural. En dicha ley se declara, también, que
la educación es un bien público y se concibe al Estado como el garante de una educación
integral para todo habitante del territorio argentino.
Otro aspecto que es fundamental para el mejoramiento de la calidad
educativa tiene que ver con la recomposición salarial de los docentes de todos los
niveles. Las discusiones paritarias que todos los comienzos de año se
desarrollan, traen gran visibilidad en los medios de comunicación, muchas veces
generando situaciones de incertidumbre y de crisis. Sin embargo, esto no debe
entenderse así, ya que la negociación de salarios y de condiciones de trabajo se
ha institucionalizado, lo que permite establecer una mejor retribución al
trabajo docente, aunque todavía queda mucho por hacer en esta materia.
El sistema universitario es uno de los niveles en donde mejor se observa
el avance en estos últimos años. Siendo el Estado Nacional el responsable de
establecer la política universitaria y la asignación de recursos económicos, la
evolución del sistema universitario se hace palpable en una mayor asignación presupuestaria
para este sector, en un fuerte incremento en el salario docente, en la regularización
de miles de docentes que se encontraban dictando clases de manera gratuita y en
la creación de nuevas universidades. En cuanto a este último punto, es
importante remarcar que desde 2003 se crearon nueve Universidades Nacionales,
llegando a un total de 47 distribuidas en todo el país, ampliando la oferta de
carreras y la cobertura geográfica. De las nuevas instituciones educativas que
se suman al sistema universitario argentino, seis de ellas están ubicadas en el
Gran Buenos Aires (la Universidad Nacional Arturo Jauretche en Florencio
Varela; la Universidad Nacional de Avellaneda; la Universidad Nacional de
Moreno; la Universidad Nacional del Oeste, en Merlo; y la Universidad Nacional
de José C. Paz) y tres en el resto del país (la Universidad Nacional del Chaco
Austral; la Universidad Nacional de Villa Mercedes, en San Luis; y la
Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur).
Hoy todas las provincias del país cuentan con una universidad nacional en su
territorio. La creación de estas nuevas universidades no sólo permite que miles
de jóvenes puedan acceder a una educación superior, sino que además permite que
miles de esos jóvenes tengan la posibilidad de estudiar cerca de sus hogares y
sin la necesidad de viajar largas distancias o de inclusive mudarse.
Es producto de este cambio de paradigma que se ha dado en la política nacional,
que hoy, a diferencia de épocas pasadas, un niño nacido en el seno de una
familia pobre, tiene derecho a que sus padres perciban la Asignación Universal
por Hijo (AUH), asegurándole a toda la familia un ingreso mensual mínimo para
que ese chico no deje la escuela, ya que la misma exige la regularidad escolar
para continuar con el beneficio. En la escuela secundaria, obligatoria desde el
2006, ese alumno tendrá acceso a la tecnología, mediante una netbook que le
otorga gratuitamente el Plan Conectar Igualdad. Si ese joven vive en una zona
rural, contará además con ayuda económica para movilidad y equipamiento
multimedial en su escuela. Cuando finalice estos estudios, tendrá la
posibilidad de acceder a una beca nacional, para solventar sus gastos
personales mientras estudia en una universidad pública y gratuita. Además,
cuando termine la universidad, se encontrará con un sistema productivo dinámico,
que con un 7% de desocupación le permitirá incorporarse al mercado de trabajo.
En conclusión, la inversión en educación pública y de calidad ha sido importantísima
en esta última década y se puede contrastar fácilmente con épocas pasadas. Esto
ha permitido mejores condiciones tanto para docentes como para educandos, ha
incluido a miles de argentinos que se hallaban excluidos de toda escolaridad, y
se han sentado las bases para la profundización del desarrollo productivo
nacional. Es por estas razones y por muchas otras más, que se vuelve imperiosa
la necesidad de continuar e incrementar la inversión pública en el sistema
educativo en general, y de buscar las soluciones para los problemas que,
lamentablemente, todavía arrastra la educación en nuestro país.