domingo, 17 de febrero de 2013

Soberanía


Tras los instantes posteriores a la Revolución de Mayo y a las luchas por la independencia contra el ejército realista español, el territorio de la Confederación Argentina continuó en medio de violentas disputas entre unitarios y federales. Ambos partidos intentaban imponer su modelo de organización nacional.

Durante su segunda gobernación de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, líder de los federales y representante ante el exterior de la Confederación, tuvo que hacer frente a sus numerosos enemigos unitarios como así también al intento de los imperios extranjeros de someter a estos territorios.

Fue en 1845, un centenario antes del despertar peronista, cuando las dos potencias más fuertes del globo por ese entonces, Inglaterra y Francia, se unieron contra una joven nación que estaba a miles de kilómetros de distancia. Intentando imponer términos y condiciones para el comercio favorables a sus propios intereses, la unión anglofrancesa penetró en noviembre de ese año en las aguas del río Paraná, contando con 22 barcos de guerra y 92 buques mercantes.

Fue en Obligado, actual partido de San Pedro, al noreste de Buenos Aires, donde la flota anglofrancesa tuvo que librarse en combate contra la defensa que Rosas y su cuñado, el General Lucio N. Mansilla, habían podido preparar con los módicos recursos con los que la provincia contaba. La batalla demostró la bravura y determinación de los libres de América del Sur, dejando en claro que los argentinos continuarían luchando noblemente por la defensa de su tierra todo el tiempo que fuera necesario, ya sea mediante el ingenio o la fuerza.

Más allá de la derrota argentina sufrida en la Batalla de la Vuelta de Obligado, la misma significó un ejemplo de defensa irrestricta de la soberanía nacionalpara todos los habitantes de la Confederación, como así también para los invasores ingleses y franceses, que luego verían sus intenciones comerciales frustradas tras una exitosa defensa diplomática de Rosas. El recuerdo de la Vuelta de Obligado y de los hombres anónimos que dieron su vida en la defensa de la patria debe ser permanente. En estos tiempos más que nunca.

Hoy en día los medios de conquista y dominación que más utilizan las potencias extranjeras son otros. Los cañones y buques de guerra se han convertido en mecanismos más sutiles, aunque no menos efectivos. Es el mismo capital internacional contra el que luchó Rosas el que hoy continúa adentrándose en todos los rincones del mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo como es el nuestro. Utilizando los instrumentos de sometimiento mundial, que aquí conocimos tan bien hace unos pocos años, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, las potencias mundiales y sus capitalistas van causando el desastre económico y social en el lugar en donde logran hacer pie. Todo ello en favor de sus cuentas personales. Es el egoísmo el que los motiva, el capital no tiene ningún remordimiento por la humillación y el dolor que pueda causar a las naciones soberanas.

Los especuladores financieros, conocidos comúnmente como "fondos buitres" son el producto final del sistema económico instaurado a escala global a partir de la década del ´70. Esta nueva raza de hombres de negociones que ha nacido tiene por tarea únicamente la de acrecentar sus ingresos, sin necesidad de producir bien o servicio alguno. La desregulación estatal y la globalización de los mercados han sido su mejor sustento. Esta nueva fase del capitalismo, a la que nuestra Jefa de Estado denomina "anarco-capitalismo", consiste en la simple timba financiera, la especulación como modo de vida y de reproducción del capital.

Los resultados de este sistema económico ya los hemos visto en estas tierras durante la década menemista y más claramente en el fin de año del 2001. A partir del crack del 2009 ya se palpa en todo el mundo, especialmente en la vieja Europa. Sin embargo y a pesar de su decadencia final, el sistema económico neoliberal se resiste en extinguirse. Eso es lo que vemos cuando los fondos buitres, que rechazaron los dos cambios de bonos que realizó el gobierno argentino para honrar sus deudas, agreden a nuestro país por medio de obscuras maniobras judiciales a escala planetaria.

Cuando el 9 de enero último, la Fragata Libertad volvió finalmente a la Argentina, se obtuvo una victoria moral y jurídica pero fundamentalmente el mismo constituyó un acto de defensa de la soberanía nacional. En la Base Naval de Mar del Plata miles y miles de argentinos emocionados fueron a recibir al buque insignia de la armada, convirtiéndola ahora en ícono de la soberanía patria tras de haber sido retenida 78 días en el puerto de Tera, Ghana, a más de 8.000 kilómetros de nuestras aguas.

El retorno de la Fragata Libertad se destacó fundamentalmente porque se consiguió sin hacer concesiones a los fondos buitre que la tenían virtualmente secuestrada con su embargo. El modelo de país encabezado por nuestra Presidenta demostró, una vez más, una de sus facetas más importantes. La de defender a ultranza a la soberanía y a la dignidad Argentina. Un modelo que no se detiene ante los gritos de los buitres internacionales ni ante los graznidos de los caranchos locales con los que tan familiarizados estamos ya.

Como reafirmaba en su discurso nuestra Presidenta, esta es una lucha que no sólo le importa a los argentinos, sino que de ella depende también en gran medida cómo será el nuevo orden mundial que surgirá tras esta inmensa crisis económica. Por ello se hace imperioso que todos los ciudadanos y sus representantes políticos tomen posiciones firmes frente a estos verdaderos “depredadores sociales globales”, siempre en defensa del bienestar general de los pueblos y de los Estados.

Tras más de doscientos años desde la Revolución de Mayo sólo podemos concluir que la búsqueda de la independencia y de la libertad del pueblo es y debe ser permanente. La tarea por alcanzarlas siempre será inconclusa, porque tras cada victoria se adviene otra batalla más importante y mucho más difícil. No obstante, y para mantener perspectiva, debemos tener todo el tiempo presente que éste es el único camino por el que transcurrirá la felicidad de nuestro pueblo todo.