Desde hacía ya un par de años muchos
esotéricos, creyentes de la nada y algún que otro incauto con tiempo de sobra,
venían pregonando la versión maya del fin del mundo. El anunciado Apocalipsis precolombino debería haber
ocurrido a fines de este año precisamente (en el famoso 21 de diciembre de
2012) pero como ya sabemos, esa fecha vino y se fue casi como cualquier otro
día del calendario.
Más
allá de las creencias personales que se puedan tener en cuestión de
interpretaciones posmodernas sobre supuestas antiguas profecías de cataclismos
y catástrofes mundiales, lo cierto es que en nuestro país hubo aquellos que no
estuvieron lejos de desear que se cumplan, por lo menos en materia política.
Los eventos de este final de año así parecen comprobarlo.
Comenzando
con la patética, por no encontrarle un adjetivo más justo, movilización opositora a Plaza de Mayo del 19 de diciembre último.
De dicha movilización fueron partícipes principales la CGT y la CTA opositoras,
comandadas por Moyano y Michelli
respectivamente, una porción de la extrema izquierda (claro, jamás se podrían
poner de acuerdo para hacer algo todos juntos), Ricardito, el hijo de Alfonsín,
la Federación Agraria Argentina (FAA) encabezada por Eduardo Buzzi, y un Pino,
que a tono con la época navideña no podía faltar, por lo menos para la
decoración.
Con
un calendario que cuenta con 365 días, esta marcha opositora no podría haber
escogido peor fecha. Intentando atraer los peores recuerdos que todos tenemos de aquellos días del año 2001 con mezquinos fines políticos, Moyano y compañía
pretenden parangonar aquella triste época con los días presentes. Por supuesto
que no se requiere ser muy avisado para percibir la falacia de la comparación
opositora. De sobra lo demuestran los 5 millones de nuevos puestos de trabajo
generados por este modelo, los más de 3 millones de jubilados que, de no haber
sido por decisión y convicción política, no hubieran tenido ningún tipo de
cobertura previsional, y las otras tantas familias que perciben la AUH, ayuda
sin duda necesaria como justa para los hijos de los desempleados y trabajadores
no registrados, todo lo cual termina redundando en una drástica reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la
exclusión social. Clima muy diferente al que se respiraba en el 2001, sin duda.
La
virulencia discursiva y el fracaso en la
convocatoria de esta marcha dejaron varios puntos en claro. El primero es
el posicionamiento político de Hugo Moyano, que no hace mucho se enlistaba en
la filas del kirchnerismo y que hoy se muestra tan alejado y con socios tan
diferentes a los de otrora, que cuesta recordar su no tan antiguo pasado. De la
mano del Momo Venegas, cómplice en la terrible explotación de trabajadores
rurales por parte de los terratenientes, de Barrionuevo, cuyo frondoso pasado
lo condena de antemano, e incondicionales adictos como Piumato (judiciales) y
Schmit (dragado y balizamiento), el futuro político del líder de la Confederación
opositora se observa tan negro como la oligarquía lo ve a él.
El
intento del camionero de inmiscuirse en la esfera de lo político y dejar atrás
su pasado sindical parece que va a redundar solamente en eso, en un intento.
Incapaz de traccionar para sí a la masa de trabajadores populares con su agrio
discurso opositor, conjuntamente con el desagrado y desconfianza que le genera
a gran parte de los sectores medios de la sociedad, está condenado electoralmente por adelantado. Sólo una alianza con algún
dirigente político de derecha, léase Scioli, Macri, Mazza o De la Sota, puede llegar
a salvar esta situación, pero hasta ellos se muestran alejados y con
diferencias con propio el líder sindical. ¿Será acaso por este último hecho que
intenta crear su propio político, el Partido
de la Producción y el Trabajo (PPT)? Quizás sí, pero más allá de las
razones que tenga para hacerlo, lo cierto que le hizo caso a la Presidenta
cuando ésta dijo no hace mucho que la forma de imponer democráticamente las
ideas políticas de uno era formar un partido, presentarse a elecciones y
ganarlas. Por ahora va por el primer punto, los otros dos se sienten lejos.
Por
otro lado, el módico acto del 19D,
calificación dada por el mismo diario Clarín del miércoles 26 de diciembre, dejó
entrever también la poca
representatividad que tiene la CTA de
Michelli, que sólo pudo llevar a la Plaza a unas pocas personas, muchas
menos que el sindicato de camioneros. Esto, para una central sindical que se
jacte de serlo, debe traer amplias preocupaciones para su conducción. La FAA se
encuentra en posición similar o más bien peor, ya que no fue capaz de movilizar
a ningún hombre a excepción de mismo Buzzi. ¿Qué ocurre allí? ¿Será que las
ganancias que genera el precio internacional de los commodities son tan altas
que a ese sector ya no les interesa salir a la calle, ni siquiera para
mostrarse en contra del gobierno nacional, como supo hacerlo? ¿O será tal vez
que la FAA, tras haber vendido sus banderas históricas, ya no representa a
nadie? ¿O será que sólo representa a los hombres de la Sociedad Rural? Esas son
preguntas que todavía están por contestarse.
Como
la marcha opositora demostró no ser suficiente en el intento de trazar
paralelismos entre nuestro auspiciante presente y aquel sombrío pasado, sospechosamente
saqueos organizados comenzaron en la
ciudad rionegrina de Bariloche y luego se extendieron a Rosario y al conurbano
bonaerense. Ya conocidos por todos, los saqueos han servido tiempo atrás para
terminar de desestabilizar a los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa,
siendo promovidos por los sectores políticos opositores a ambos gobiernos, especialmente
el rancio aparato del PJ. Los de este fin de año no fueron diferentes en sus objetivos
pero sí en su resultado.
Intentado
retomar con esa vieja receta, los robos
organizados encontraron a una sociedad totalmente nueva, en la que, si bien
todavía persisten sectores marginados y en la exclusión, no hallaron campo
fértil para expandirse y sumar a sectores populares descontentos y con grandes
necesidades. Hoy en día, la gran mayoría del pueblo opta por trabajar y no necesita salir a robar a los supermercados
o los negocios de sus barrios porque sencillamente el sistema económico de
ajuste y exclusión neoliberal ha sido barrido por otro que apunta, con errores
y aciertos, al consumo y a la equidad
social. Por todo ello, los saqueos quedaron reducidos a actividades programadas y organizadas que poco
tienen que ver con situaciones de carencia social y sí con mucho de intencionalidad política.
Desgraciadamente
estos robos organizados causaron la muerte de cuatro personas en Rosario, en situaciones
todavía poco claras, más los millones en pérdidas económicas que sufrieron los
negocios y ferias destruidas. Sin lugar a dudas, la pérdida de vidas humanas es
lo más trágico de esta situación, pero también lo es el proceder que todavía poseen
algunos grupos que están en contra del gobierno, y que como se
ve, están dispuestos a todo con tal
de tumbarlo.
Altos
funcionarios del gobierno nacional salieron rápidamente a deslizar la
posibilidad de que estos saqueos estaban siendo organizados por sectores del moyanismo
y de la CTA opositora. Otros también sumaron la posible participación del FAP y
Libres del Sur, Barrios de pie y hombres vinculados a intendentes bonaerenses
de derecha, como Cariglino, contando además con vinculaciones con redes de
narcotraficantes enquistadas en Rosario y en el conurbano.
Cuesta
creer que todos estos sectores pudieron ponerse de acuerdo para montar semejante
aparato delictivo, ya que como se demostró el día anterior, no son capaz de
tener un acto más o menos digno en convocatoria. Sin embargo, mas difícil es
creer en la teoría de que los robos fueron espontáneos
y que no hubo planificación previa.
Las cámaras de seguridad y los cruzamientos telefónicos entre los aprehendidos
durante los robos no dejan mucho margen para la duda.
En
la ridícula conferencia de prensa
(si a ese espectáculo grotesco puede caberle esa denominación) de Moyano y
Michelli, ambos sostuvieron una teoría aun más disparatada y totalmente ajena
al sentido común. Escapándole a la lógica, los líderes sindicalistas acusaron
al propio gobierno nacional de estar atrás de los saqueos, instigándolos para
luego “hacerse la víctima” y culparlos a ellos. El tono jocoso y de burla que
sostuvieron ante las cámaras cuando ya se habían producido dos victimas fatales
parecía una “confesión de parte” más que otra cosa, como sostuvo la
Presidenta días más tarde.
Todavía
está por verse quienes estuvieron detrás de los saqueos, eso es ahora materia
judicial, pero efectivamente demuestran el violento
e ilegal accionar que tienen algunos sectores opositores al kirchnerismo que, al no encontrar eco en la masa del
pueblo argentino con su discurso y menos aún contar con apoyo electoral, ven la
posibilidad de llegar al poder únicamente entre el caos y el desorden. Si para reinar hay que prender fuego al país,
pues están dispuestos a ello. Esto lesiona severamente al sistema político
argentino y pone en riesgo a nuestra democracia. Es por ello que todos los
argentinos debemos estar alerta ante estas amenazas, es nuestra obligación
saber interpretarlas correctamente, cabiéndole
al gobierno nacional la responsabilidad de saber desarticularlas
tempranamente e impedir su propagación.
Hay
quienes todavía están esperando el Apocalipsis que no fue, porque saben que
únicamente con el fin del mundo van a poder
volver a gobernar la Argentina.