domingo, 30 de diciembre de 2012

El Apocalipsis que no fue


                Desde hacía ya un par de años muchos esotéricos, creyentes de la nada y algún que otro incauto con tiempo de sobra, venían pregonando la versión maya del fin del mundo. El anunciado Apocalipsis precolombino debería haber ocurrido a fines de este año precisamente (en el famoso 21 de diciembre de 2012) pero como ya sabemos, esa fecha vino y se fue casi como cualquier otro día del calendario.

                Más allá de las creencias personales que se puedan tener en cuestión de interpretaciones posmodernas sobre supuestas antiguas profecías de cataclismos y catástrofes mundiales, lo cierto es que en nuestro país hubo aquellos que no estuvieron lejos de desear que se cumplan, por lo menos en materia política. Los eventos de este final de año así parecen comprobarlo.

                Comenzando con la patética, por no encontrarle un adjetivo más justo, movilización opositora a Plaza de Mayo del 19 de diciembre último. De dicha movilización fueron partícipes principales la CGT y la CTA opositoras, comandadas por Moyano y Michelli respectivamente, una porción de la extrema izquierda (claro, jamás se podrían poner de acuerdo para hacer algo todos juntos), Ricardito, el hijo de Alfonsín, la Federación Agraria Argentina (FAA) encabezada por Eduardo Buzzi, y un Pino, que a tono con la época navideña no podía faltar, por lo menos para la decoración.

                Con un calendario que cuenta con 365 días, esta marcha opositora no podría haber escogido peor fecha. Intentando atraer los peores recuerdos que todos tenemos de aquellos días del año 2001 con mezquinos fines políticos, Moyano y compañía pretenden parangonar aquella triste época con los días presentes. Por supuesto que no se requiere ser muy avisado para percibir la falacia de la comparación opositora. De sobra lo demuestran los 5 millones de nuevos puestos de trabajo generados por este modelo, los más de 3 millones de jubilados que, de no haber sido por decisión y convicción política, no hubieran tenido ningún tipo de cobertura previsional, y las otras tantas familias que perciben la AUH, ayuda sin duda necesaria como justa para los hijos de los desempleados y trabajadores no registrados, todo lo cual termina redundando en una drástica reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión social. Clima muy diferente al que se respiraba en el 2001, sin duda.

                La virulencia discursiva y el fracaso en la convocatoria de esta marcha dejaron varios puntos en claro. El primero es el posicionamiento político de Hugo Moyano, que no hace mucho se enlistaba en la filas del kirchnerismo y que hoy se muestra tan alejado y con socios tan diferentes a los de otrora, que cuesta recordar su no tan antiguo pasado. De la mano del Momo Venegas, cómplice en la terrible explotación de trabajadores rurales por parte de los terratenientes, de Barrionuevo, cuyo frondoso pasado lo condena de antemano, e incondicionales adictos como Piumato (judiciales) y Schmit (dragado y balizamiento), el futuro político del líder de la Confederación opositora se observa tan negro como la oligarquía lo ve a él.

                El intento del camionero de inmiscuirse en la esfera de lo político y dejar atrás su pasado sindical parece que va a redundar solamente en eso, en un intento. Incapaz de traccionar para sí a la masa de trabajadores populares con su agrio discurso opositor, conjuntamente con el desagrado y desconfianza que le genera a gran parte de los sectores medios de la sociedad, está condenado electoralmente por adelantado. Sólo una alianza con algún dirigente político de derecha, léase Scioli, Macri, Mazza o De la Sota, puede llegar a salvar esta situación, pero hasta ellos se muestran alejados y con diferencias con propio el líder sindical. ¿Será acaso por este último hecho que intenta crear su propio político, el Partido de la Producción y el Trabajo (PPT)? Quizás sí, pero más allá de las razones que tenga para hacerlo, lo cierto que le hizo caso a la Presidenta cuando ésta dijo no hace mucho que la forma de imponer democráticamente las ideas políticas de uno era formar un partido, presentarse a elecciones y ganarlas. Por ahora va por el primer punto, los otros dos se sienten lejos.           

                Por otro lado, el módico acto del 19D, calificación dada por el mismo diario Clarín del miércoles 26 de diciembre, dejó entrever también la poca representatividad que tiene la CTA de Michelli, que sólo pudo llevar a la Plaza a unas pocas personas, muchas menos que el sindicato de camioneros. Esto, para una central sindical que se jacte de serlo, debe traer amplias preocupaciones para su conducción. La FAA se encuentra en posición similar o más bien peor, ya que no fue capaz de movilizar a ningún hombre a excepción de mismo Buzzi. ¿Qué ocurre allí? ¿Será que las ganancias que genera el precio internacional de los commodities son tan altas que a ese sector ya no les interesa salir a la calle, ni siquiera para mostrarse en contra del gobierno nacional, como supo hacerlo? ¿O será tal vez que la FAA, tras haber vendido sus banderas históricas, ya no representa a nadie? ¿O será que sólo representa a los hombres de la Sociedad Rural? Esas son preguntas que todavía están por contestarse.

                Como la marcha opositora demostró no ser suficiente en el intento de trazar paralelismos entre nuestro auspiciante presente y aquel sombrío pasado, sospechosamente saqueos organizados comenzaron en la ciudad rionegrina de Bariloche y luego se extendieron a Rosario y al conurbano bonaerense. Ya conocidos por todos, los saqueos han servido tiempo atrás para terminar de desestabilizar a los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa, siendo promovidos por los sectores políticos opositores a ambos gobiernos, especialmente el rancio aparato del PJ. Los de este fin de año no fueron diferentes en sus objetivos pero sí en su resultado.

                Intentado retomar con esa vieja receta, los robos organizados encontraron a una sociedad totalmente nueva, en la que, si bien todavía persisten sectores marginados y en la exclusión, no hallaron campo fértil para expandirse y sumar a sectores populares descontentos y con grandes necesidades. Hoy en día, la gran mayoría del pueblo opta por trabajar y no necesita salir a robar a los supermercados o los negocios de sus barrios porque sencillamente el sistema económico de ajuste y exclusión neoliberal ha sido barrido por otro que apunta, con errores y aciertos, al consumo y a la equidad social. Por todo ello, los saqueos quedaron reducidos a actividades programadas y organizadas que poco tienen que ver con situaciones de carencia social y sí con mucho de intencionalidad política.

                Desgraciadamente estos robos organizados causaron la muerte de cuatro personas en Rosario, en situaciones todavía poco claras, más los millones en pérdidas económicas que sufrieron los negocios y ferias destruidas. Sin lugar a dudas, la pérdida de vidas humanas es lo más trágico de esta situación, pero también lo es el proceder que todavía poseen algunos grupos que están en contra del gobierno, y que como se ve, están dispuestos a todo con tal de tumbarlo.

                Altos funcionarios del gobierno nacional salieron rápidamente a deslizar la posibilidad de que estos saqueos estaban siendo organizados por sectores del moyanismo y de la CTA opositora. Otros también sumaron la posible participación del FAP y Libres del Sur, Barrios de pie y hombres vinculados a intendentes bonaerenses de derecha, como Cariglino, contando además con vinculaciones con redes de narcotraficantes enquistadas en Rosario y en el conurbano.

                Cuesta creer que todos estos sectores pudieron ponerse de acuerdo para montar semejante aparato delictivo, ya que como se demostró el día anterior, no son capaz de tener un acto más o menos digno en convocatoria. Sin embargo, mas difícil es creer en la teoría de que los robos fueron espontáneos y que no hubo planificación previa. Las cámaras de seguridad y los cruzamientos telefónicos entre los aprehendidos durante los robos no dejan mucho margen para la duda.

                En la ridícula conferencia de prensa (si a ese espectáculo grotesco puede caberle esa denominación) de Moyano y Michelli, ambos sostuvieron una teoría aun más disparatada y totalmente ajena al sentido común. Escapándole a la lógica, los líderes sindicalistas acusaron al propio gobierno nacional de estar atrás de los saqueos, instigándolos para luego “hacerse la víctima” y culparlos a ellos. El tono jocoso y de burla que sostuvieron ante las cámaras cuando ya se habían producido dos victimas fatales parecía una “confesión de parte” más que otra cosa, como sostuvo la Presidenta días más tarde.

                Todavía está por verse quienes estuvieron detrás de los saqueos, eso es ahora materia judicial, pero efectivamente demuestran el violento e ilegal accionar que tienen algunos sectores opositores al kirchnerismo que, al no encontrar eco en la masa del pueblo argentino con su discurso y menos aún contar con apoyo electoral, ven la posibilidad de llegar al poder únicamente entre el caos y el desorden. Si para reinar hay que prender fuego al país, pues están dispuestos a ello. Esto lesiona severamente al sistema político argentino y pone en riesgo a nuestra democracia. Es por ello que todos los argentinos debemos estar alerta ante estas amenazas, es nuestra obligación saber interpretarlas correctamente, cabiéndole  al gobierno nacional la responsabilidad de saber desarticularlas tempranamente e impedir su propagación.
            Hay quienes todavía están esperando el Apocalipsis que no fue, porque saben que únicamente con el fin del mundo van a poder volver a gobernar la Argentina.


sábado, 15 de diciembre de 2012

Justicia!


            Fin de año nuevamente, señores. Al 2012 ya le quedan los días contados pero no por eso han dejado de aparecer hechos políticos y sociales de trascendencia en nuestro país. Ya es sabido que todo diciembre argento viene movidito, siempre a estas alturas surgen operetas y demás convites y este año no es la excepción.

            Comencemos por la reciente celebración pública por el Día de la Democracia y los DD.HH. El domingo (el 9D) se pudo observar en las calles una fiesta de envergadura tal como no se había visto desde el Bicentenario patrio. Yendo en contra de todas las columnas y guarismos mediáticos opositores que hablan de un pueblo crispado contra el gobierno nacional y especialmente con su jefa de Estado, hordas de ciudadanos salieron de sus casas para reunirse y festejar pacíficamente la democracia actual.

Los organizadores de los festejos que tomaron lugar en la histórica Plaza de Mayo calculan que cerca de 400.000 personas dieron el presente esa tarde. Además habría que adicionar una cifra muy parecida de quienes participaron de los demás eventos que hubo en el interior del país. Como se ve, muchísimos argentinos sienten propios los valores democráticos y de respeto hacia los derechos humanos y en sintonía con el festejo así lo manifestaron. Sin embargo, la presencia de tal cantidad de gente en la calle denotó además las ganas de “ganar la calle” que tenía buena parte del kirchnerismo orgánico e inorgánico, especialmente después de las jornadas opositoras del 13S, 8N y 20N. “Ya era hora” se escuchó por aquí y por allá, y quien no lo decía abiertamente probablemente llegó a rumear en la cabeza algo consonante.

Ante el fallo del 6 de diciembre de la Cámara Civil y Comercial N° 1 que amplía la medida cautelar para impedir la aplicación de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, varios corifeos del odio empezaron a sostener que el festejo del domingo iba a ser un fracaso o a lo sumo un despropósito. Clarín había logrado frenar el 7D, los K no tienen nada que celebrar, suponían ellos. Como tantas otras veces y para nuestra suerte se equivocaron. Tal manoseo judicial provocó la condena de amplísimos sectores sociales y la vergüenza cayó una vez más en el Poder Judicial argentino. Más importante aún, el pueblo reventó la Plaza dándole otra dura derrota cultural a la derecha vernácula.

Cristina fue muy clara en su discurso del 9D. Ante una plaza repleta como pocas veces en la argentina actual, la presidenta supo desnudar en aproximadamente 40 minutos, a una de las corporaciones más antiguas y poderosas de nuestro país. Aquel Poder Judicial que convalidó golpes de Estado a gobiernos constitucionales y que fue actor principalísimo en los aparatos de represión propios de las dictaduras, hoy se alía con otras grandes corporaciones para atacar a un modelo de país que cuenta con un amplio apoyo popular.

Es aquel poder estatal reaccionario y oligárquico el que embiste a nuestra joven democracia con sus fallos y operaciones. Lamentablemente muchos jueces han aprendido a consolidarse como garantes de los intereses de los más poderosos, a aplicar e interpretar la Ley con prominente arbitrariedad e incluso a desafiar el bien común del pueblo. Muestra ejemplar de ello no sólo es el vergonzoso fallo que amplía la cautelar y desoye las indicaciones de la Corte Suprema de Justicia, sino que en este marco se incluye también el dictamen del juicio por la desaparición de Marita Verón.

A menos de 48 horas de que la Presidenta de la República le entregara sobre el escenario principal del 9D el premio Azucena Villaflor a Susana Trimarco, se leía un fallo que traería la indignación y la bronca de prácticamente toda la ciudadanía argentina. Tres jueces de la provincia de Tucumán declaraban inocentes a los trece imputados por la desaparición con fines de esclavitud sexual de la hija de S. Trimarco. Para estos magistrados no fue probada la desaparición de Marita a pesar de los más de cien testigos que la querella aportó a la causa. Declarados “corruptos” por la misma S. Trimarco, no podemos pensar algo muy diferente. El sistema judicial tucumano está embebido en la corrupción, la indiferencia y en la injusticia. Se niega a encerrar a las peores “lacras” de la sociedad y continúa, después de diez años, sin dar una respuesta sobre el paradero de M. Verón.

A este Poder Judicial no le importó el amplísimo apoyo nacional e internacional que recibe S. Trimarco en su lucha contra la trata de personas. Menos le importó que Poder Ejecutivo Nacional y Provincial acompañen personalmente esta lucha. Prefirió ignorar la larga cola de repercusiones que tuvo y tendrá este aborrecible fallo porque estos jueces saben que sus tronos están asegurados de manera vitalicia y que únicamente sus pares o quienes dependen de ellos pueden llegar a estocarlos.

Es hora de un cambio en la materia. La sociedad en su conjunto lo necesita imperiosamente si espera continuar en la vía de la prosperidad y de la paz social. El ejemplo de Tucumán es uno más en nuestra triste historia judicial. Cansados estamos ya de los jueces que liberan a presos que a las pocas horas vuelven a delinquir, ladrones y violadores por igual. Hartos de un sistema que opera con la exclusión y el encarcelamiento de las personas que pertenecen a los sectores más vulnerables de la población, pero que pasa por alto a los grandes delincuentes “de guante blanco” que se esconden en los countrys, barrios privados y demás mansiones modernas.

Quién más sino nuestra Presidenta tomaría nota de esto. Al otro día de pronunciada la sentencia del tribunal tucumano, Cristina Fernández de Kirchner salió a explicitar esta necesidad. Con una Presidenta que continúa asombrado a propios y a ajenos mientras “corre por izquierda” al proyecto nacional no se podía esperar menos. Ella dejó en claro que “vamos a tener que poner en marcha (…) una democratización del poder judicial.” No se trata entonces de presiones a la justicia como lo quieren hacer parecer los medios de comunicación monopólicos y los políticos opositores que responden a ellos, sino que es el mero reflejo de una profunda necesidad, y para la que se requiere el entendimiento y el compromiso de todos.

Estamos hablando de que debe haber un control republicano “sobre cada uno de los poderes” del Estado, para conseguir así la manera más justa y eficaz de organizar nuestra sociedad y de alcanzar nuestra realización personal y colectiva. Para ello una reforma, un cambio se hace urgente. Por suerte, desde la misma conducción nacional ya se está comenzando a trabajar en este sentido: “Como Presidenta me comprometo a impulsarlo, tendremos que trabajar junto al Parlamento en un proceso de democratización.”  Seguramente mientras el gobierno nacional continúe teniendo el apoyo que se mostró el 9D, podrá avanzar en esta democratización de la justicia (no sin resistencia corporativa, claro).

                Para finalizar, me permito ilusionarme con que algún día S. Trimarco, su familia y la sociedad toda pueda encontrar justicia. Por ahora nos queda la indignación frente a la corrupción judicial pero también la esperanza de que “este caso también nos sirva para repensar una democratización y un control republicano de uno de los tres poderes del Estado. “Porque (…) los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial debemos siempre preservar el bien común y la integralidad del Estado por encima de lo individual porque representamos precisamente el interés colectivo.”