martes, 23 de octubre de 2012

Alerta: Juventud organizada


                La toma de más de cuarenta colegios porteños por parte de los estudiantes contra las intempestivas e inconsultas medidas por parte del Gobierno de la Ciudad Autónoma para reformar el currículum escolar, deja varios puntos para analizar.

            El primero salta a la vista rápidamente incluso para los más miopes. Es el total desprecio del gobierno amarillo por la educación pública. Nada nuevo bajo el sol, ya lo sabemos. Lo más interesante entonces es subrayar la destacada organización estudiantil que se ha presentado ante el resto de la sociedad por medio de dichas tomas.

Que chicos tan jóvenes sepan defender sus derechos provoca sin duda una sensación esperanzadora ante el futuro. Sólo una juventud con conciencia política y social puede garantizar, o al menos prometer, que en el futuro se hallen las soluciones necesarias ante las desigualdades, abusos y violaciones de los derechos de los trabajadores y demás ciudadanos que desgraciadamente todavía se cometen en nuestro país.

            Lo cierto es que si bien les ha costado demasiados días de clase y que necesitaron que el poder judicial se inmiscuyera en el asunto, los estudiantes consiguieron que el Ministerio de Educación porteño diera marcha atrás con los cambios que tenía planeado. Una victoria (por ahora) de la que no estaría mal que se sintieran orgullosos. La otra cara de la moneda es un ministro cada vez más debilitado, que a la hora de haber decidido los cambios en los planes de estudios, no pudo imaginar ni es sus peores pesadillas el desarrollo de este conflicto. Cada día Bullrich piensa menos en la educación porteña y más en su eventual candidatura a legislador nacional para el año que viene.

Cuando faltan días para que el voto no obligatorio a partir de los 16 años sea una conquista más de nuestra joven democracia, sólo los más rancios operadores políticos de la oposición continúan sosteniendo que esta medida se toma únicamente para poder conseguir una posible re-reelección de nuestra presidenta. La verdad claramente es otra.

 El proyecto del denominado “voto joven” es una ampliación de derechos, algo que ha venido sucediendo desde el 2003 a la fecha, y es un mero reflejo de una juventud bastante diferente de la de tiempos atrás. Chicos cada vez más involucrados con las problemáticas sociales, con la defensa de sus intereses, con el cumplimiento de sus derechos: eso es lo que demuestra esta futura ley. De no haber existido un cambio en nuestra juventud jamás se hubiera podido dar cuerpo al “voto joven”. Sin duda, se requiere de un cuerpo de legisladores y de una presidenta con el valor y las convicciones necesarias para darles el impulso final y convertir en ley este nuevo derecho, pero el espíritu, el alma que le da vida al “voto joven” es la profunda conciencia social de la que afortunadamente se han contagiado los jóvenes argentinos.        

Por supuesto que esta nueva conciencia social y este futuro derecho cívico llena de terror a los que en su interior (y no tanto) poseen un espíritu extremadamente antidemocrático. Ellos saben que cualquier ampliación de derechos y obligaciones, cualquier participación de las grandes masas en la toma de decisiones políticas, va en contra de sus intereses. Saben que la política nació y tiene por destino destruir sus privilegios y convidar al pueblo con los lujos de una vida digna.

Por todo ello, ya no les quedan pelos en la lengua y despotrican día y noche en los medios monopólicos de comunicación contra la realidad que esta hoy planteada. Podrán organizar nuevas marchas de caceroludos, armar irrisorias operaciones los domingos por la noche e incluso alentar a las fuerzas armadas a desobedecer al poder central, pero la hora del pueblo por fin ha llegado. La hora de la juventud organizada. Es nuestra obligación histórica evitar que se termine.

 

           

           

domingo, 7 de octubre de 2012

Medios y Jóvenes


                En la Argentina actual los medios introducen a una juventud como un todo unificado y homogéneo. Esto exhibe, a priori, una falsa representación ya que los jóvenes se presentan en el conjunto social de maneras muy diversas y muchas veces contradictorias, ya sea por sus condiciones económicas, geográficas, políticas y de género. Sin embargo, y seguramente por razones de mercado, los jóvenes presentados a los mayores de manera uniforme, tienden a ser interpelados por los medios de comunicación a través de diversas estrategias.

                Claramente los modos en que estos sectores, los de más corta edad, son abordados y representados en la sociedad dependen de los intereses a los que cada uno de los grupos empresariales dueños de los medios responde.

                Los estereotipos de masculinidad y feminidad que están presentes en nuestra cultura se asientan en gran medida a través de ficciones, como las series de televisión (especialmente las creadas por Cris Morena y Pol–Ka) y las películas, a través de fuertes estereotipos publicitarios (aquí juegan un rol muy fuerte algunas empresas como Quilmes y Axe), y por medio de ciertos personajes famosos de la fauna mediática autóctona (cantantes, deportistas, artistas en boga) queriendo reflejar a estos individuos como los más “exitosos” de nuestra sociedad. Es así como los sectores dominantes gestan e imponen un modelo imaginario de lo que un joven debería ser.

                Por otro lado, los medios dan una imagen de los jóvenes argentinos reales que se esfuerza en distar mucho del onírico modelo que ellos mismos dictan. Una juventud perdida en los excesos, con falta de normas, y padeciendo la ausencia de valores éticos y morales plaga las pantallas de televisión a cualquier horario del día (como en los programas Policías en acción, Cámaras de seguridad, GPS). La gran cantidad de imágenes negativas concernientes a la juventud, como cuchillos o revólveres en las escuelas, muertes espectaculares, violencia en los boliches, actividades criminales, drogas, etc., atesta nuestros noticieros diarios (de manera muy evidente en Canal 13 y en América TV).

                Se trata la anterior de una imagen deformada de la juventud actual. La mayor parte de la cual aporta factores positivos a la sociedad y se integra bien a su comunidad. Sin embargo esto último perfil de los jóvenes es raramente reflejado por los medios masivos. En suma, el relato que actualmente se quiere imponer es aquel que apunta a ratificar que la violencia y la criminalidad juvenil están en alza. Esto responde visiblemente a una serie de estrategias ofensivas/defensivas de aquellos medios que encuentran que sus intereses particulares están hoy en juego.

                Finalmente, y no menos importante, existe otro rol que le es otorgado enérgicamente a la  juventud (cada vez desde una más temprana edad), el cual es machacado constantemente desde todos los medios de comunicación existentes. Este es el papel de prematuros consumidores de productos y servicios. Pareciera que los jóvenes están condenados a interpretar el papel de clientes por el resto de sus vidas, característica que atraviesa todas las diferencias de clase, culturales y políticas, lo que comprueba otra vez la fortaleza del mercado y la relación que los medios tienen con éste.  

                        Si bien todavía pueden existir entre nosotros jóvenes que pueden ser caracterizados como descendientes de noventismo, los pertenecientes a la llamada Generación X (también conocida como la Generación de la Apatía o la Generación Perdida), éste no es el paradigma de joven que está en vigencia en la actualidad. La Generación X aglutinó a la juventud de la década de los 90´y fines de los 80´, que se caracterizó por el rechazo a la política, a la religión, a las tradiciones generacionales, a la patria e incluso a la institución familiar. En estos jóvenes reinó la desesperación, la indiferencia y la falta de aspiraciones, -en clara sincronía con el contexto de destrucción del aparato productivo y del  desmantelamiento del Estado propiciado en la misma época- y sus expectativas reales de ascenso social fueron escasas o prácticamente nulas.

                A la luz de los grandes cambios macro-estructurales que le han sucedido nuestro país tras la crisis del 2001, ya no es posible aseverar que las características de la Generación X son las que denotan a la mayoría de los jóvenes de hoy. El resurgimiento en los jóvenes del compromiso social, más el renovamiento de las prácticas políticas que ahora los involucran y un fuerte sentido de comunidad y pertenencia con su contexto histórico y cultural, establecen una nueva trama social en la cual están jugando hoy los actores sociales de más corta edad. Por supuesto, a los medios masivos de comunicación no les conviene reflejar esto.