domingo, 30 de diciembre de 2012

El Apocalipsis que no fue


                Desde hacía ya un par de años muchos esotéricos, creyentes de la nada y algún que otro incauto con tiempo de sobra, venían pregonando la versión maya del fin del mundo. El anunciado Apocalipsis precolombino debería haber ocurrido a fines de este año precisamente (en el famoso 21 de diciembre de 2012) pero como ya sabemos, esa fecha vino y se fue casi como cualquier otro día del calendario.

                Más allá de las creencias personales que se puedan tener en cuestión de interpretaciones posmodernas sobre supuestas antiguas profecías de cataclismos y catástrofes mundiales, lo cierto es que en nuestro país hubo aquellos que no estuvieron lejos de desear que se cumplan, por lo menos en materia política. Los eventos de este final de año así parecen comprobarlo.

                Comenzando con la patética, por no encontrarle un adjetivo más justo, movilización opositora a Plaza de Mayo del 19 de diciembre último. De dicha movilización fueron partícipes principales la CGT y la CTA opositoras, comandadas por Moyano y Michelli respectivamente, una porción de la extrema izquierda (claro, jamás se podrían poner de acuerdo para hacer algo todos juntos), Ricardito, el hijo de Alfonsín, la Federación Agraria Argentina (FAA) encabezada por Eduardo Buzzi, y un Pino, que a tono con la época navideña no podía faltar, por lo menos para la decoración.

                Con un calendario que cuenta con 365 días, esta marcha opositora no podría haber escogido peor fecha. Intentando atraer los peores recuerdos que todos tenemos de aquellos días del año 2001 con mezquinos fines políticos, Moyano y compañía pretenden parangonar aquella triste época con los días presentes. Por supuesto que no se requiere ser muy avisado para percibir la falacia de la comparación opositora. De sobra lo demuestran los 5 millones de nuevos puestos de trabajo generados por este modelo, los más de 3 millones de jubilados que, de no haber sido por decisión y convicción política, no hubieran tenido ningún tipo de cobertura previsional, y las otras tantas familias que perciben la AUH, ayuda sin duda necesaria como justa para los hijos de los desempleados y trabajadores no registrados, todo lo cual termina redundando en una drástica reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión social. Clima muy diferente al que se respiraba en el 2001, sin duda.

                La virulencia discursiva y el fracaso en la convocatoria de esta marcha dejaron varios puntos en claro. El primero es el posicionamiento político de Hugo Moyano, que no hace mucho se enlistaba en la filas del kirchnerismo y que hoy se muestra tan alejado y con socios tan diferentes a los de otrora, que cuesta recordar su no tan antiguo pasado. De la mano del Momo Venegas, cómplice en la terrible explotación de trabajadores rurales por parte de los terratenientes, de Barrionuevo, cuyo frondoso pasado lo condena de antemano, e incondicionales adictos como Piumato (judiciales) y Schmit (dragado y balizamiento), el futuro político del líder de la Confederación opositora se observa tan negro como la oligarquía lo ve a él.

                El intento del camionero de inmiscuirse en la esfera de lo político y dejar atrás su pasado sindical parece que va a redundar solamente en eso, en un intento. Incapaz de traccionar para sí a la masa de trabajadores populares con su agrio discurso opositor, conjuntamente con el desagrado y desconfianza que le genera a gran parte de los sectores medios de la sociedad, está condenado electoralmente por adelantado. Sólo una alianza con algún dirigente político de derecha, léase Scioli, Macri, Mazza o De la Sota, puede llegar a salvar esta situación, pero hasta ellos se muestran alejados y con diferencias con propio el líder sindical. ¿Será acaso por este último hecho que intenta crear su propio político, el Partido de la Producción y el Trabajo (PPT)? Quizás sí, pero más allá de las razones que tenga para hacerlo, lo cierto que le hizo caso a la Presidenta cuando ésta dijo no hace mucho que la forma de imponer democráticamente las ideas políticas de uno era formar un partido, presentarse a elecciones y ganarlas. Por ahora va por el primer punto, los otros dos se sienten lejos.           

                Por otro lado, el módico acto del 19D, calificación dada por el mismo diario Clarín del miércoles 26 de diciembre, dejó entrever también la poca representatividad que tiene la CTA de Michelli, que sólo pudo llevar a la Plaza a unas pocas personas, muchas menos que el sindicato de camioneros. Esto, para una central sindical que se jacte de serlo, debe traer amplias preocupaciones para su conducción. La FAA se encuentra en posición similar o más bien peor, ya que no fue capaz de movilizar a ningún hombre a excepción de mismo Buzzi. ¿Qué ocurre allí? ¿Será que las ganancias que genera el precio internacional de los commodities son tan altas que a ese sector ya no les interesa salir a la calle, ni siquiera para mostrarse en contra del gobierno nacional, como supo hacerlo? ¿O será tal vez que la FAA, tras haber vendido sus banderas históricas, ya no representa a nadie? ¿O será que sólo representa a los hombres de la Sociedad Rural? Esas son preguntas que todavía están por contestarse.

                Como la marcha opositora demostró no ser suficiente en el intento de trazar paralelismos entre nuestro auspiciante presente y aquel sombrío pasado, sospechosamente saqueos organizados comenzaron en la ciudad rionegrina de Bariloche y luego se extendieron a Rosario y al conurbano bonaerense. Ya conocidos por todos, los saqueos han servido tiempo atrás para terminar de desestabilizar a los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa, siendo promovidos por los sectores políticos opositores a ambos gobiernos, especialmente el rancio aparato del PJ. Los de este fin de año no fueron diferentes en sus objetivos pero sí en su resultado.

                Intentado retomar con esa vieja receta, los robos organizados encontraron a una sociedad totalmente nueva, en la que, si bien todavía persisten sectores marginados y en la exclusión, no hallaron campo fértil para expandirse y sumar a sectores populares descontentos y con grandes necesidades. Hoy en día, la gran mayoría del pueblo opta por trabajar y no necesita salir a robar a los supermercados o los negocios de sus barrios porque sencillamente el sistema económico de ajuste y exclusión neoliberal ha sido barrido por otro que apunta, con errores y aciertos, al consumo y a la equidad social. Por todo ello, los saqueos quedaron reducidos a actividades programadas y organizadas que poco tienen que ver con situaciones de carencia social y sí con mucho de intencionalidad política.

                Desgraciadamente estos robos organizados causaron la muerte de cuatro personas en Rosario, en situaciones todavía poco claras, más los millones en pérdidas económicas que sufrieron los negocios y ferias destruidas. Sin lugar a dudas, la pérdida de vidas humanas es lo más trágico de esta situación, pero también lo es el proceder que todavía poseen algunos grupos que están en contra del gobierno, y que como se ve, están dispuestos a todo con tal de tumbarlo.

                Altos funcionarios del gobierno nacional salieron rápidamente a deslizar la posibilidad de que estos saqueos estaban siendo organizados por sectores del moyanismo y de la CTA opositora. Otros también sumaron la posible participación del FAP y Libres del Sur, Barrios de pie y hombres vinculados a intendentes bonaerenses de derecha, como Cariglino, contando además con vinculaciones con redes de narcotraficantes enquistadas en Rosario y en el conurbano.

                Cuesta creer que todos estos sectores pudieron ponerse de acuerdo para montar semejante aparato delictivo, ya que como se demostró el día anterior, no son capaz de tener un acto más o menos digno en convocatoria. Sin embargo, mas difícil es creer en la teoría de que los robos fueron espontáneos y que no hubo planificación previa. Las cámaras de seguridad y los cruzamientos telefónicos entre los aprehendidos durante los robos no dejan mucho margen para la duda.

                En la ridícula conferencia de prensa (si a ese espectáculo grotesco puede caberle esa denominación) de Moyano y Michelli, ambos sostuvieron una teoría aun más disparatada y totalmente ajena al sentido común. Escapándole a la lógica, los líderes sindicalistas acusaron al propio gobierno nacional de estar atrás de los saqueos, instigándolos para luego “hacerse la víctima” y culparlos a ellos. El tono jocoso y de burla que sostuvieron ante las cámaras cuando ya se habían producido dos victimas fatales parecía una “confesión de parte” más que otra cosa, como sostuvo la Presidenta días más tarde.

                Todavía está por verse quienes estuvieron detrás de los saqueos, eso es ahora materia judicial, pero efectivamente demuestran el violento e ilegal accionar que tienen algunos sectores opositores al kirchnerismo que, al no encontrar eco en la masa del pueblo argentino con su discurso y menos aún contar con apoyo electoral, ven la posibilidad de llegar al poder únicamente entre el caos y el desorden. Si para reinar hay que prender fuego al país, pues están dispuestos a ello. Esto lesiona severamente al sistema político argentino y pone en riesgo a nuestra democracia. Es por ello que todos los argentinos debemos estar alerta ante estas amenazas, es nuestra obligación saber interpretarlas correctamente, cabiéndole  al gobierno nacional la responsabilidad de saber desarticularlas tempranamente e impedir su propagación.
            Hay quienes todavía están esperando el Apocalipsis que no fue, porque saben que únicamente con el fin del mundo van a poder volver a gobernar la Argentina.


sábado, 15 de diciembre de 2012

Justicia!


            Fin de año nuevamente, señores. Al 2012 ya le quedan los días contados pero no por eso han dejado de aparecer hechos políticos y sociales de trascendencia en nuestro país. Ya es sabido que todo diciembre argento viene movidito, siempre a estas alturas surgen operetas y demás convites y este año no es la excepción.

            Comencemos por la reciente celebración pública por el Día de la Democracia y los DD.HH. El domingo (el 9D) se pudo observar en las calles una fiesta de envergadura tal como no se había visto desde el Bicentenario patrio. Yendo en contra de todas las columnas y guarismos mediáticos opositores que hablan de un pueblo crispado contra el gobierno nacional y especialmente con su jefa de Estado, hordas de ciudadanos salieron de sus casas para reunirse y festejar pacíficamente la democracia actual.

Los organizadores de los festejos que tomaron lugar en la histórica Plaza de Mayo calculan que cerca de 400.000 personas dieron el presente esa tarde. Además habría que adicionar una cifra muy parecida de quienes participaron de los demás eventos que hubo en el interior del país. Como se ve, muchísimos argentinos sienten propios los valores democráticos y de respeto hacia los derechos humanos y en sintonía con el festejo así lo manifestaron. Sin embargo, la presencia de tal cantidad de gente en la calle denotó además las ganas de “ganar la calle” que tenía buena parte del kirchnerismo orgánico e inorgánico, especialmente después de las jornadas opositoras del 13S, 8N y 20N. “Ya era hora” se escuchó por aquí y por allá, y quien no lo decía abiertamente probablemente llegó a rumear en la cabeza algo consonante.

Ante el fallo del 6 de diciembre de la Cámara Civil y Comercial N° 1 que amplía la medida cautelar para impedir la aplicación de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, varios corifeos del odio empezaron a sostener que el festejo del domingo iba a ser un fracaso o a lo sumo un despropósito. Clarín había logrado frenar el 7D, los K no tienen nada que celebrar, suponían ellos. Como tantas otras veces y para nuestra suerte se equivocaron. Tal manoseo judicial provocó la condena de amplísimos sectores sociales y la vergüenza cayó una vez más en el Poder Judicial argentino. Más importante aún, el pueblo reventó la Plaza dándole otra dura derrota cultural a la derecha vernácula.

Cristina fue muy clara en su discurso del 9D. Ante una plaza repleta como pocas veces en la argentina actual, la presidenta supo desnudar en aproximadamente 40 minutos, a una de las corporaciones más antiguas y poderosas de nuestro país. Aquel Poder Judicial que convalidó golpes de Estado a gobiernos constitucionales y que fue actor principalísimo en los aparatos de represión propios de las dictaduras, hoy se alía con otras grandes corporaciones para atacar a un modelo de país que cuenta con un amplio apoyo popular.

Es aquel poder estatal reaccionario y oligárquico el que embiste a nuestra joven democracia con sus fallos y operaciones. Lamentablemente muchos jueces han aprendido a consolidarse como garantes de los intereses de los más poderosos, a aplicar e interpretar la Ley con prominente arbitrariedad e incluso a desafiar el bien común del pueblo. Muestra ejemplar de ello no sólo es el vergonzoso fallo que amplía la cautelar y desoye las indicaciones de la Corte Suprema de Justicia, sino que en este marco se incluye también el dictamen del juicio por la desaparición de Marita Verón.

A menos de 48 horas de que la Presidenta de la República le entregara sobre el escenario principal del 9D el premio Azucena Villaflor a Susana Trimarco, se leía un fallo que traería la indignación y la bronca de prácticamente toda la ciudadanía argentina. Tres jueces de la provincia de Tucumán declaraban inocentes a los trece imputados por la desaparición con fines de esclavitud sexual de la hija de S. Trimarco. Para estos magistrados no fue probada la desaparición de Marita a pesar de los más de cien testigos que la querella aportó a la causa. Declarados “corruptos” por la misma S. Trimarco, no podemos pensar algo muy diferente. El sistema judicial tucumano está embebido en la corrupción, la indiferencia y en la injusticia. Se niega a encerrar a las peores “lacras” de la sociedad y continúa, después de diez años, sin dar una respuesta sobre el paradero de M. Verón.

A este Poder Judicial no le importó el amplísimo apoyo nacional e internacional que recibe S. Trimarco en su lucha contra la trata de personas. Menos le importó que Poder Ejecutivo Nacional y Provincial acompañen personalmente esta lucha. Prefirió ignorar la larga cola de repercusiones que tuvo y tendrá este aborrecible fallo porque estos jueces saben que sus tronos están asegurados de manera vitalicia y que únicamente sus pares o quienes dependen de ellos pueden llegar a estocarlos.

Es hora de un cambio en la materia. La sociedad en su conjunto lo necesita imperiosamente si espera continuar en la vía de la prosperidad y de la paz social. El ejemplo de Tucumán es uno más en nuestra triste historia judicial. Cansados estamos ya de los jueces que liberan a presos que a las pocas horas vuelven a delinquir, ladrones y violadores por igual. Hartos de un sistema que opera con la exclusión y el encarcelamiento de las personas que pertenecen a los sectores más vulnerables de la población, pero que pasa por alto a los grandes delincuentes “de guante blanco” que se esconden en los countrys, barrios privados y demás mansiones modernas.

Quién más sino nuestra Presidenta tomaría nota de esto. Al otro día de pronunciada la sentencia del tribunal tucumano, Cristina Fernández de Kirchner salió a explicitar esta necesidad. Con una Presidenta que continúa asombrado a propios y a ajenos mientras “corre por izquierda” al proyecto nacional no se podía esperar menos. Ella dejó en claro que “vamos a tener que poner en marcha (…) una democratización del poder judicial.” No se trata entonces de presiones a la justicia como lo quieren hacer parecer los medios de comunicación monopólicos y los políticos opositores que responden a ellos, sino que es el mero reflejo de una profunda necesidad, y para la que se requiere el entendimiento y el compromiso de todos.

Estamos hablando de que debe haber un control republicano “sobre cada uno de los poderes” del Estado, para conseguir así la manera más justa y eficaz de organizar nuestra sociedad y de alcanzar nuestra realización personal y colectiva. Para ello una reforma, un cambio se hace urgente. Por suerte, desde la misma conducción nacional ya se está comenzando a trabajar en este sentido: “Como Presidenta me comprometo a impulsarlo, tendremos que trabajar junto al Parlamento en un proceso de democratización.”  Seguramente mientras el gobierno nacional continúe teniendo el apoyo que se mostró el 9D, podrá avanzar en esta democratización de la justicia (no sin resistencia corporativa, claro).

                Para finalizar, me permito ilusionarme con que algún día S. Trimarco, su familia y la sociedad toda pueda encontrar justicia. Por ahora nos queda la indignación frente a la corrupción judicial pero también la esperanza de que “este caso también nos sirva para repensar una democratización y un control republicano de uno de los tres poderes del Estado. “Porque (…) los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial debemos siempre preservar el bien común y la integralidad del Estado por encima de lo individual porque representamos precisamente el interés colectivo.”


lunes, 26 de noviembre de 2012

La conquista de la subjetividad

 
 Apuntes sobre el 8N y el 7D
 

           Al escribir estas líneas caigo en la cuenta de que faltan menos de dos semanas para el 7D. Esa es la fecha tope que estipuló la Corte Suprema de Justicia para el vencimiento de la cautelar sobre el artículo 161 de la ley de medios. El tan famoso artículo de la “desinversión”. Ese día el monopolio Clarín tendrá que ajustarse a derecho como todo hijo de vecino y comenzar a cumplir con las leyes de la democracia.

            Por supuesto que no es sencillo. No lo ha sido en estos más de tres años de sancionada la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La lucha que ha librado el monopolio, que se resiste a acatar los designios de las mayorías, fue, y seguramente seguirá siendo, encarnizada y violenta. Al Grupo Clarín no le interesa ya la diferencia entre la verdad y la mentira, entre lo legal y lo ilegal, entre lo democrático y lo antidemocrático. Lo único que le interesa es mantener a toda costa el poder que ha conseguido acumular desde la última dictadura cívico-militar.

            Para muestra sobra un botón. El interminable sendero de tribunales, jueces y abogados del que ha hecho uso y abuso el Grupo nos da un ejemplo de que los sectores dominantes están dispuestos a defender sus posiciones dominantes a como dé lugar. Sabido es que el Poder Judicial de nuestro país lejos está de ser independiente, justo, equitativo. La Justicia argentina más que ser ciega, mira para el otro lado. El Poder estatal más atrasado, más reaccionario, más oligárquico, nos hiere hoy con sus fallos y tramoyas, vericuetos y maniobras, como rémora de un pasado oscuro. Lamentablemente nuestro sistema judicial históricamente se ha erguido para mantener las posiciones de privilegio de unos pocos, y es esta tradición la que se palpa cuando nos enteramos sobre los escandalosos fallos, medidas cautelares, sorteos entre jueces jubilados, tours judiciales a Miami, magistrados designados en la dictadura, etc. Todos ellos recursos que con asiduidad esgrime el Grupo Clarín.

            Fue Néstor Kirchner quien tuvo la lucidez y la fortaleza para advertir esto y traernos un poco de esperanza en la justicia argentina. Él acabó con la vergüenza del menemato y conformó una nueva Corte Suprema para que esté a tono con esta nueva realidad, con el proyecto de un país más justo, igualitario y democrático. A los que preferían una nueva Corte adicta, Néstor les supo cerrar la boca y confió en la verdadera institucionalidad de país y en el espíritu de la división de los poderes del Estado. Es justamente esta Corte Suprema la que ojalá esté a la altura de las circunstancias y no sea independiente en la lucha entre los monopolios hegemónicos y la democracia. Esta Corte hoy deberá estar del lado pueblo argentino si no quiere permanecer en la historia como un capítulo negro más.

            La posibilidad del per saltum sancionado recientemente representa virtualmente un cercano fin a la ya larga disputa judicial. La pelota pronto estará del lado de la Corte, y es ella quien definirá la cuestión de fondo: la inconstitucionalidad o no de la ley de medios. El Grupo ha creído hasta hoy estar por encima de toda ley y control estatal. Por mucho tiempo ha sabido también manejar a su antojo a la justicia y a quienes la ejercen, y no está dispuesto a perder estas costumbres. Pero la hora ha llegado. Es el pueblo con todas con sus instituciones y toda su legalidad quien le pondrá el cascabel a este gato.

            Es interesante destacar la posición mediática-comunicativa que ha adoptado Clarín en esta altura del conflicto. Irrisoriamente pareciera haberse puesto en el lugar de víctima ante el avance del “gobierno” sobre la libertad de expresión. Esta ridícula posición es la que despilfarra a todas horas y en toda guarida que pertenezca al Grupo. Inteligentemente ha sabido fundir esta posición con la serie de “demandas” de cierto sector de clase madia alta y alta de los conglomerados urbanos más importantes, que descontento con la década kirchnerista  y con la escasa oposición política de relevancia, sale a las calles a gritar cual gorila de circo enjaulado.

            El 8N fue el resultado del accionar del soporte mediático más grande que haya sabido conocer nuestro país, más un puñado de dirigentes políticos y sindicales que actuando como mercenarios oportunistas buscan anclar la ignorancia y exacerbar los odios, celos, egoísmos, prejuicios y resentimientos de los sectores antes citados. Las mentiras que han sabido circular en este nuevo cacerolazo fueron varias, entre las que se destacan la falta de libertad de expresión, la imposibilidad de salir del país y de comprar dólares libremente, las trabas a las importaciones y la persecución tributaria a los detractores del gobierno nacional. Más allá de las falacias de cada uno de estos argumentos, lo que quedó en claro aquella noche de noviembre fue la violencia y el odio de clase que poseen algunos sectores en la argentina. No han sabido construir una alternativa política al modelo planteado por el kirchnerismo y frente al avance de las mayorías antiguamente excluidas reaccionan eufóricamente dejando ver la seria preocupación por sus privilegios.

            No obstante, existen sectores populares y de clase media (los primeros en menor medida) que nunca han conocido las mieles de los privilegios aristocráticos y que a pesar de haber visto mejorar el clima social general y su situación económica en particular, continúan sin poder comprender que esto ha sido producto de un proyecto político que desde el dia 1 se pronunció por una patria más inclusiva. Desgraciadamente se nos presenta imposible ya ir en búsqueda de aquellos cuya matriz de pensamiento está en concordancia perfecta con el 8N. Tiempo perdido sería explicarles el concepto de solidaridad, de justicia social o la diferencia entre una patria soberana y una colonia posmoderna. Nuestro esfuerzo debe concentrarse entonces en ir hacia la conquista de los sectores cuya subjetividad está hoy en disputa. Aquellos que no comulgaron, o lo hicieron tibiamente, con el cacerolazo del 8N y la extorción sindical del 20N pero que todavía no han podido abrir los ojos y observar las conquistas del Modelo, y que al ser bombardeados mediáticamente por los grupos hegemónicos, no pueden romper aún con las cadenas de la doctrina neoliberal.


            Desde el humilde lugar que cada uno de nosotros ocupa, debemos ir en búsqueda de nuestros hermanos argentinos que no han sido tan rápidos como nosotros o simplemente no han tenido los medios materiales o simbólicos para  vislumbrar el cambio de época que ha significado este movimiento nacional y popular. En esta coyuntura tan compleja, no tenemos que olvidarnos ni subestimar a aquellos que todavía no están a nuestro lado pero que sabemos que pertenecen al campo que lucha por una patria mejor. Estoy seguro de que todos nosotros, los convencidos, si todavía no hubiéramos abierto los ojos, querríamos que nos despertasen. Por eso les debemos lo mismo a los demás. La disputa por la conciencia del pueblo es una obligación. Buena parte de la continuidad de este proceso histórico depende de ello.


           
 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Héctor J. Kámpora

             
            Hace pocos días el Tribunal Federal de Comodoro Rivadavia condenó a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino al encontrarlos culpables del asesinato de 16 militantes en el año 1972. La madrugada del 22 de agosto de ese año se llevó a cabo la denominada Masacre de Trelew donde, a sangre fría, estos oficiales de la Marina  fusilaron a jóvenes pertenecientes a agrupaciones peronistas y de izquierda, quienes horas antes habían intentado fugarse del penal de dicha ciudad. Aquello significó, en retrospectiva, el comienzo del Terrorismo de Estado a gran escala, como se comprobaría lamentablemente pocos años después.
 
            Han pasado 40 años y algo de justicia ha llegado para los familiares y compañeros de aquellos 16 militantes con estas condenas. Sin embargo, la Masacre de Trelew dejó en nuestro país algo más que el dolor y la bronca de aquellos que tuvieron que ver a sus seres queridos ser asesinados cobardemente. Aquellos fusilamientos revelaron por esos tiempos las pujas internas entre distintas facciones de las Fuerzas Armadas y provocó el eventual fracaso del GAN (Gran Acuerdo Nacional), impulsado por el entonces presidente de facto el General Lanusse. Más importante aún, el clima político y social generado por la Masacre terminó propiciando la vuelta a elecciones democráticas.

            La trampa que habían planeado las FF. AA. antes de tener que abandonar el poder indefectiblemente ante la avanzada del peronismo fue que el propio general Perón, exiliado en España por 17 años, no podía presentarse como candidato en esas elecciones. El movimiento popular buscó una salida ante esta escaramuza y, contando con el aval de Perón, la candidatura a Presidente de la Nación cayó en su delegado personal y expresidente de la cámara de Diputados, el odontólogo Héctor José Cámpora.

            La historia y sus propias convicciones le otorgarían un lugar muy especial a Héctor Cámpora. Él encarnaría como nadie al valor de la lealtad, a los ideales de la verdadera justicia social y representaría, por sobre todo, a la juventud comprometida. Aquella misma juventud comprometida que salió a las calles vivando por el triunfo del “tío”, aquella juventud que logró salir de las prisiones en las que estaba encerrada por sus ideales políticos, aquella juventud de los ´70 que es precisamente la antecesora de la juventud actual.

            Buena parte de esa juventud comprometida actual tomó sin dudarlo el nombre y el legado de este hombre y lo lleva como bandera y estandarte. Estoy hablando de La Cámpora, agrupación que está en boga por estos días, tanto para los afines como para los detractores.

            Más allá de los escasos 49 días que duró la presidencia de Héctor Cámpora, los cambios que resultaron de su victoria (con más del 49.5% de los votos) dejaron su marca en la historia argentina. En aquel 25 de mayo de 1973 se inició la “primavera camporista”, que trajo consigo cambios en las cúpulas militares, la liberación de los presos políticos tanto peronistas como no peronistas, la vuelta a un modelo económico de carácter nacionalista y redistribuista (de la mano de José Gelbard), el rompimiento con el bloqueo a Cuba y la verdadera integración latinoamericana de nuestros pueblos.

            Sin embargo, y por sobre todas las cosas, el “tío” será recordado por su lealtad y compromiso con los sectores más jóvenes e idealistas del peronismo militante.

            Soslayando otro capítulo negro de nuestra historia como lo es la Masacre de Ezeiza, la renuncia a la presidencia de H. Cámpora (el 13 de julio de 1973) posibilitó que el General Perón se presentara a elecciones limpias y finalmente asumiera el sillón de Rivadavia tras una larga proscripción.

             Tras la muerte del propio General Perón y con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, Cámpora debió refugiarse en la embajada de México ubicada en la ciudad de Buenos Aires. Allí permaneció por más de tres años hasta que, ya gravemente enfermo de cáncer, la dictadura cívico-militar le permitió viajar hacia México, donde finalmente falleció poco después en la ciudad de Cuernavaca. Sus restos fueron repatriados en 1991 y sepultados para su descanso final en el cementerio de San Andrés de Giles, ciudad de la fuera intendente y concejal.

            Frente a las traiciones y falsedades que abundan en nuestra política cotidiana, es este uno de los mejores momentos para recordar a la figura de Héctor Cámpora. Todos tenemos que aprender de su carácter y compromiso. Es nuestro deber no olvidarlo jamás, no perder su nombre en el fondo de la historia. Por suerte, parece que estamos cada vez más lejos de olvidarlo y su legado comienza a perdurar en la conciencia del pueblo argentino.

martes, 23 de octubre de 2012

Alerta: Juventud organizada


                La toma de más de cuarenta colegios porteños por parte de los estudiantes contra las intempestivas e inconsultas medidas por parte del Gobierno de la Ciudad Autónoma para reformar el currículum escolar, deja varios puntos para analizar.

            El primero salta a la vista rápidamente incluso para los más miopes. Es el total desprecio del gobierno amarillo por la educación pública. Nada nuevo bajo el sol, ya lo sabemos. Lo más interesante entonces es subrayar la destacada organización estudiantil que se ha presentado ante el resto de la sociedad por medio de dichas tomas.

Que chicos tan jóvenes sepan defender sus derechos provoca sin duda una sensación esperanzadora ante el futuro. Sólo una juventud con conciencia política y social puede garantizar, o al menos prometer, que en el futuro se hallen las soluciones necesarias ante las desigualdades, abusos y violaciones de los derechos de los trabajadores y demás ciudadanos que desgraciadamente todavía se cometen en nuestro país.

            Lo cierto es que si bien les ha costado demasiados días de clase y que necesitaron que el poder judicial se inmiscuyera en el asunto, los estudiantes consiguieron que el Ministerio de Educación porteño diera marcha atrás con los cambios que tenía planeado. Una victoria (por ahora) de la que no estaría mal que se sintieran orgullosos. La otra cara de la moneda es un ministro cada vez más debilitado, que a la hora de haber decidido los cambios en los planes de estudios, no pudo imaginar ni es sus peores pesadillas el desarrollo de este conflicto. Cada día Bullrich piensa menos en la educación porteña y más en su eventual candidatura a legislador nacional para el año que viene.

Cuando faltan días para que el voto no obligatorio a partir de los 16 años sea una conquista más de nuestra joven democracia, sólo los más rancios operadores políticos de la oposición continúan sosteniendo que esta medida se toma únicamente para poder conseguir una posible re-reelección de nuestra presidenta. La verdad claramente es otra.

 El proyecto del denominado “voto joven” es una ampliación de derechos, algo que ha venido sucediendo desde el 2003 a la fecha, y es un mero reflejo de una juventud bastante diferente de la de tiempos atrás. Chicos cada vez más involucrados con las problemáticas sociales, con la defensa de sus intereses, con el cumplimiento de sus derechos: eso es lo que demuestra esta futura ley. De no haber existido un cambio en nuestra juventud jamás se hubiera podido dar cuerpo al “voto joven”. Sin duda, se requiere de un cuerpo de legisladores y de una presidenta con el valor y las convicciones necesarias para darles el impulso final y convertir en ley este nuevo derecho, pero el espíritu, el alma que le da vida al “voto joven” es la profunda conciencia social de la que afortunadamente se han contagiado los jóvenes argentinos.        

Por supuesto que esta nueva conciencia social y este futuro derecho cívico llena de terror a los que en su interior (y no tanto) poseen un espíritu extremadamente antidemocrático. Ellos saben que cualquier ampliación de derechos y obligaciones, cualquier participación de las grandes masas en la toma de decisiones políticas, va en contra de sus intereses. Saben que la política nació y tiene por destino destruir sus privilegios y convidar al pueblo con los lujos de una vida digna.

Por todo ello, ya no les quedan pelos en la lengua y despotrican día y noche en los medios monopólicos de comunicación contra la realidad que esta hoy planteada. Podrán organizar nuevas marchas de caceroludos, armar irrisorias operaciones los domingos por la noche e incluso alentar a las fuerzas armadas a desobedecer al poder central, pero la hora del pueblo por fin ha llegado. La hora de la juventud organizada. Es nuestra obligación histórica evitar que se termine.

 

           

           

domingo, 7 de octubre de 2012

Medios y Jóvenes


                En la Argentina actual los medios introducen a una juventud como un todo unificado y homogéneo. Esto exhibe, a priori, una falsa representación ya que los jóvenes se presentan en el conjunto social de maneras muy diversas y muchas veces contradictorias, ya sea por sus condiciones económicas, geográficas, políticas y de género. Sin embargo, y seguramente por razones de mercado, los jóvenes presentados a los mayores de manera uniforme, tienden a ser interpelados por los medios de comunicación a través de diversas estrategias.

                Claramente los modos en que estos sectores, los de más corta edad, son abordados y representados en la sociedad dependen de los intereses a los que cada uno de los grupos empresariales dueños de los medios responde.

                Los estereotipos de masculinidad y feminidad que están presentes en nuestra cultura se asientan en gran medida a través de ficciones, como las series de televisión (especialmente las creadas por Cris Morena y Pol–Ka) y las películas, a través de fuertes estereotipos publicitarios (aquí juegan un rol muy fuerte algunas empresas como Quilmes y Axe), y por medio de ciertos personajes famosos de la fauna mediática autóctona (cantantes, deportistas, artistas en boga) queriendo reflejar a estos individuos como los más “exitosos” de nuestra sociedad. Es así como los sectores dominantes gestan e imponen un modelo imaginario de lo que un joven debería ser.

                Por otro lado, los medios dan una imagen de los jóvenes argentinos reales que se esfuerza en distar mucho del onírico modelo que ellos mismos dictan. Una juventud perdida en los excesos, con falta de normas, y padeciendo la ausencia de valores éticos y morales plaga las pantallas de televisión a cualquier horario del día (como en los programas Policías en acción, Cámaras de seguridad, GPS). La gran cantidad de imágenes negativas concernientes a la juventud, como cuchillos o revólveres en las escuelas, muertes espectaculares, violencia en los boliches, actividades criminales, drogas, etc., atesta nuestros noticieros diarios (de manera muy evidente en Canal 13 y en América TV).

                Se trata la anterior de una imagen deformada de la juventud actual. La mayor parte de la cual aporta factores positivos a la sociedad y se integra bien a su comunidad. Sin embargo esto último perfil de los jóvenes es raramente reflejado por los medios masivos. En suma, el relato que actualmente se quiere imponer es aquel que apunta a ratificar que la violencia y la criminalidad juvenil están en alza. Esto responde visiblemente a una serie de estrategias ofensivas/defensivas de aquellos medios que encuentran que sus intereses particulares están hoy en juego.

                Finalmente, y no menos importante, existe otro rol que le es otorgado enérgicamente a la  juventud (cada vez desde una más temprana edad), el cual es machacado constantemente desde todos los medios de comunicación existentes. Este es el papel de prematuros consumidores de productos y servicios. Pareciera que los jóvenes están condenados a interpretar el papel de clientes por el resto de sus vidas, característica que atraviesa todas las diferencias de clase, culturales y políticas, lo que comprueba otra vez la fortaleza del mercado y la relación que los medios tienen con éste.  

                        Si bien todavía pueden existir entre nosotros jóvenes que pueden ser caracterizados como descendientes de noventismo, los pertenecientes a la llamada Generación X (también conocida como la Generación de la Apatía o la Generación Perdida), éste no es el paradigma de joven que está en vigencia en la actualidad. La Generación X aglutinó a la juventud de la década de los 90´y fines de los 80´, que se caracterizó por el rechazo a la política, a la religión, a las tradiciones generacionales, a la patria e incluso a la institución familiar. En estos jóvenes reinó la desesperación, la indiferencia y la falta de aspiraciones, -en clara sincronía con el contexto de destrucción del aparato productivo y del  desmantelamiento del Estado propiciado en la misma época- y sus expectativas reales de ascenso social fueron escasas o prácticamente nulas.

                A la luz de los grandes cambios macro-estructurales que le han sucedido nuestro país tras la crisis del 2001, ya no es posible aseverar que las características de la Generación X son las que denotan a la mayoría de los jóvenes de hoy. El resurgimiento en los jóvenes del compromiso social, más el renovamiento de las prácticas políticas que ahora los involucran y un fuerte sentido de comunidad y pertenencia con su contexto histórico y cultural, establecen una nueva trama social en la cual están jugando hoy los actores sociales de más corta edad. Por supuesto, a los medios masivos de comunicación no les conviene reflejar esto.

martes, 25 de septiembre de 2012

Cacerolas para todos


Más de una semana ha pasado del cacerolazo porteño del jueves 13. Muchas cosas se dijeron y continúan diciéndose de lo sucedido en aquella jornada, pero ¿cuáles son los motivos y qué es lo que realmente dejó el cacerolazo VIP?

Símbolo de una sociedad dividida, el infame cacerolazo dista mucho de aquellos que se produjeron hacia el final del 2001. En ese momento la Argentina atravesaba la crisis económica y social más grande de su historia, los propios cimientos de la Nación  estaban desmoronándose y la mayor parte de sus habitantes se hallaban a la deriva, sin ningún futuro (salvo Ezeiza) y en situación de caos cotidiano que todavía eriza la piel de quien trata de rememorar esos días.

“Piquete y cacerola, la lucha es una sola”, éstas palabras brotaban de las bocas de una clase media venida a menos y de los sectores populares que, arrinconados por el hambre y la falta de trabajo, no tenían otra alternativa que salir a ganar las calles. Ese sofisma, tan en boga en esos momentos de desesperación, no reflejaba la verdad de la milanesa patria. Incluso en aquellos días, las cacerolas veían con gran desprecio (u odio de clase tal vez?) a aquellos sectores populares caídos en su peor desgracia, quizás por considerarlos cultural y étnicamente “inferiores”, o quizás por ver en aquellos “descamisados” a los mismos que habían puesto en jaque a sus privilegios 55 años antes. Aquella era una tregua destinada a durar lo que duran las treguas argentinas, o sea poco.

El panorama político-social y económico de la Argentina actual no podría ser más distinto. El orden social ha sido restablecido, es el Estado quien ha recuperado las riendas de la vida pública y ha aceptado su rol en la historia, el todopoderoso Mercado se sabe ya impotente. El altísimo nivel de empleo hoy alcanzado trajo el reordenamiento de las estructuras industriales y productivas, pero más importante aún, contribuyó a la reorganización familiar y comunitaria, casi perdida por entonces. La dignidad ha vuelto a la mesa de todos los que viven sobre suelo patrio. Hasta en los hogares más humildes se puede respirar la esperanza de un futuro mejor al alcance de la mano y sin necesidad de pasaporte actualizado.

Si todo lo anterior es posible, no es fruto solamente de un par de locos venidos desde el fin del mundo, dueños de un apellido imposible de pronunciar. Todo lo conquistado hasta hoy ha sido por el deseo de un pueblo que no dudó en gritar a los cuatro vientos que estaba harto de 30 años de neoliberalismo, y que las recetas neoliberales extranjeras aplicadas por cipayos locales lo estaban llevando a la muerte segura. Si lo dijo tibiamente en las elecciones del 2003, cuando el rechazo generalizado al “menemato” llevó a su principal gestor a la huida electoral, lo reafirmó en el 2007 confiando en la “muñeca brava”, esposa de aquel que había sacado al país del infierno. Pero sin lugar a dudas, el momento contemporáneo en que más fuerte se escuchó el grito de independencia económica, soberanía política y justicia social fue en octubre último. Es allí donde se ha marcado más claramente el triunfo de un Modelo Nacional y Popular por sobre el proyecto individualista de los 90´, que llevó a las grandes mayorías a la ruina.

Muchos “caceroludos” que recuerdan con nostalgia a la convertibilidad, a la “plata dulce”, al “deme dos” (básicamente sus tajadas del neoliberalismo), prefieren hoy olvidar aquella jornada en donde Cristina ganó por el 54% y consideran a esas elecciones como el simple resultado de un mal sueño (pesadilla?), del voto-cloaca de la selva conurbana o por qué no, del fraude electoral más grande de la Historia Occidental. Lo cierto es que el 54% demostró la independencia civil de la mayoría de los ciudadanos frente al poder mediático-económico, encabezado por Grupos de espurio pasado que día a día auguran para la Argentina poco menos que cataclismos bíblicos. En los resultados del 23 de octubre se vio reflejado una Nación decidida ha avanzar hacia un futuro más justo e inclusivo, con grandes esperanzas y sueños, pero sin olvidar el terrible pasado otros quisieron/ran dejar de lado e indultar.

Quienes hoy salen a la calle reclaman por los privilegios perdidos a manos de las mayorías populares antes excluidas. Algunos de ellos son los mismos que salieron a festejar la victoria de la “Revolución Fusiladora” del 55´ y quienes no cuentan con los abriles suficientes son claros herederos de aquellos. Por suerte, hoy el paisaje se presenta distinto al de esa época. El partido militar ha sido derrotado (por el propio neoliberalismo?) y ya nadie golpea las puertas de los cuarteles -pero ojo, que no faltan quienes se mueren de ganas!-. Los partidos políticos de oposición no encuentran su rumbo, no tienen estrategia para ganarle a un modelo que quiso y supo incluir a los millones de argentinos que estaban tirados en la banquina. Hoy la agenda opositora la maneja a su antojo el Grupo Clarín, que se jacta de ello, mediante operaciones y extorsiones de claro tinte político y que se rehúsa sistemáticamente a acatar las leyes de la democracia. Resulta increíble que gran parte de los ciudadanos, tanto propios como ajenos, acepte como normal este hecho: que el máximo contrincante del oficialismo sea un monopolio empresarial y no otro partido político.

¿Será acaso que Clarín es la cara más visible del espectro de la sociedad que se rehúsa a incluir a todos los argentinos? ¿Será que cuando ven que los sectores menos favorecidos mejoran lentamente su situación algunos comienzan a sentir un cosquilleo insoportable en su nuca? ¿Será posible que moleste tanto que los negros lleven una vida más digna, porque entonces ellos, la gente “digna”, viven una vida de negros? Las expresiones volcadas en la marcha opositora y sus repercusiones parecen encajar en esta descripción, pero las razones del odio hacia al prójimo y la terrible virulencia de algunos hombres(?) superará siempre al entendimiento de los que pertenecemos al campo popular. Lo que sí es posible establecer, es que varios de los reclamos de aquellas cacerolas representan también una victoria del Modelo. Ver a la oligarquía nacional llorar por no poder tener todos los dólares que le place, por no poder evadir tanto los impuestos como antaño, por ya no tener que depender de las naciones extranjeras, por finalmente darse cuenta de que la democracia es el gobierno de las mayorías, es un fiel reflejo de un cambio de época (o época de cambios) y para verlo sólo basta con recordar, por más que les pese a algunos, las razones de los antiguos cacerolazos.

Sea por los motivos que sea, era hora que la derecha oligárquica y la clase media que aspira a serlo, salgan a la calle a mostrar su colmillos. Quienes nunca coincidimos con su manera de pensar y de entender la vida, hace tiempo sabemos que allí es el lugar donde deben darse las verdaderas batallas político-culturales. Es en la calle, en las esquinas, en el barrio, donde debemos confrontar, no en un set de televisión esperando ganar no sé cómo o cuál discusión. Una vez llevados a nuestro territorio, es ahí donde le daremos la estocada final a la oligarquía, a los cipayos y a los traidores que todavía revolotean a nuestro alrededor.